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Jusqu'à la garde (CUSTODIA COMPARTIDA)

SUMARIO: 

Año: 2017, estrenada en Argentina en 2018 

Duración: 93 min.

País:  Francia Dirección: Xavier Legrand 

Guion: Xavier Legrand

Fotografía: Nathalie Durand Reparto: Denis Menochet, Léa Drucker, Thomas Gioria, Mathilde Auneveux, Saadia Bentaïeb, Jean-Marie Winling, Martine Vandeville, Florence Janas, Jenny Bellay 

Productora: K.G. Productions Género: Drama | Familia 

Premios:

2018: Premios César: Mejor película, g

uion, actriz (Drucker) y montaje. 10 nom.

2018: National Board of Review (NBR): Mejores películas extranjeras del año

2017: Festival de Venecia: Mejor director y Mejor ópera prima

2017: Festival de San Sebastián: Premio del Público al Mejor film europeo

Que vimos.....

Esta película, una clara interacción entre el cine y el derecho de familia, comienza con una larga escena de más de diez minutos en la que vemos a la pareja divorciada (Myriam (Léa Drucker) y Antoine (Denis Ménochet), sus respectivos abogados, en el marco de una típica audiencia de familia ante una jueza sexagenaria, de pelo canoso y anteojos, impecablemente vestida con un traje blanco que no pierde nunca la calma y se muestra claramente imparcial frente al conflicto. Cada una de las partes, primero mediante los abogados y luego personalmente esgrimen sus motivos y razones por las cuales la custodia de sus hijos debería quedar solo para ella y, según él, debería ser compartida. También se discuten en la audiencia temas alimentarios, incluso algunos gastos extraordinarios. Myriam luce fría y distante en la audiencia mientras que Antoine pone cara de bueno y sufrido intentando convencer a la jueza que su único interés es participar en la vida de sus hijos activamente. Tiene a su favor que se ha mudado al lugar donde viven sus hijos, dejando atrás su casa y su trabajo. En la audiencia se lee un acta en la cual Julien el hijo de 11 años manifiesta que no desea ver al padre y éste sugiere que es alguien más quien habla por su hijo.

Antoine no debe ser un tipo sencillo, pero su abogada esgrime motivos (no hay pruebas de los actos de violencia de los que se le acusa y tiene el derecho de tener contacto con sus hijos). Myriam refiere amenazas que la llevaron a cambiar varias veces de teléfono, pero los mensajes no han sido guardados y no hay, entonces, pruebas de sus dichos. Las versiones contradictorias de una misma realidad sirven para poner de manifiesto la gravedad de la ruptura familiar y, al mismo tiempo, la difícil tarea que asumen los jueces de familia en estos casos. La jueza, luego de escuchar a las partes, termina la audiencia y fija la fecha en la cual comunicará su decisión.

La jueza, con los elementos que obran en la causa y el resultado de la audiencia sentencia a favor de la custodia compartida y ordena que los fines de semana Julien lo pase con su padre. La hija mayor está a punto de cumplir 18 por lo que queda excluida del régimen de visitas (así se denomina en la película el régimen de comunicación entre padres e hijos).

El niño y la madre tienen ciertamente pánico a Antoine, le esconden el lugar donde realmente viven (lo recoge todos los fines de semana en la casa de los abuelos maternos), ni tiene el celular de su exesposa y ella se niega, no solo a verlo, sino a cualquier tipo de comunicación. Hasta este momento del film la actitud de la madre parece algo caprichosa pero la trama lentamente irá cambiando el foco como veremos.

Al Julien no le queda otra que cumplir con la sentencia, trata de resistir inventando enfermedades, pero rápidamente se da cuenta, con gran madurez, que es inútil y perjudicial para su propia madre negarse a la comunicación con su padre. La experiencia no es del todo cómoda, ni demasiada entretenida para Julien, quien básicamente se relaciona con su padre en la casa de los abuelos paternos, pero, hasta ese momento, nada hace pensar que habría algún motivo para temer por su salud o su vida, al punto que se puede entender la frustración de este padre al que le mienten, le ocultan cosas, y en apariencia lo transforman en un monstruo.

Pero en este caso las apariencias no engañan y la bronca y furia contenidas de Antoine empiezan a surgir lentamente. El espiral de violencia se inicia y no sabemos dónde puede terminar realmente. Sus reacciones ante las mentiras del niño, quien se niega a revelarle el verdadero domicilio de la familia o a darle el nuevo número de teléfono de la madre, comienzan a ser cada vez más violentas. Julien, verdadera víctima del divorcio de sus padres esta siempre intentando proteger a su madre, en un rol adulto que no le pertenece.  

Una discusión sobre cambiar un fin de semana de visita en función del cumpleaños 18 de la hermana precipitará lo que parece inevitable a esa altura. El padre, frustrado, se va enojando cada vez más y se empiezan a advertir los signos ya nada sutiles de la violencia doméstica o familiar. 

La última parte del film se convierte en un verdadero thriller, la tensión aumenta. Antoine, en un proceso de violencia en aumento supera ciertos límites y ya no hay vuelta atrás. La familia vivirá momentos de extremo peligro.  

En esta ópera prima del director Xavier Legrand la mezcla es deliberadamente perturbadora. Esta desgarradora y vertiginosa película ilustra la violencia doméstica y la obsesión de una manera que el miedo parece real. Una poderosa reflexión sobre la violencia familiar y el rol de los hijos que nos interpela por su impacto moral1.

Referencias:

1 Este comentario se basó, en parte, en “Dos críticas de Custodia compartida de Xavier Legrand, por Diego Lerer y Manu Yañez, que se puede encontrar en www.otroscines.com/nota-13322-dos-criticas-de-custodia-compartida-de-xav...