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EL PRÍNCIPE de Nicolás de Maquiavelo

EL PRÍNCIPE de Nicolás de Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) es, sin duda, un clásico en el sentido más literal del término, pero también uno de los libros peor entendidos de la historia de la literatura mundial. Baste pensar en el sentido negativo que en todas las lenguas se da a los términos maquiavelismo y maquiavélico. Con ellos usualmente se designa un uso del poder político carente de prejuicios, en el que el fin justifica cualquier medio. No ha existido hombre poderoso en la tierra, desde Carlos V a Catalina de Médicis, de Luis XIV a Napoleón, hasta los dictadores de la época contemporánea, que no hayan sido acusados de leer secretamente El Príncipe para obtener consejo e inspiración.

El Príncipe de Maquiavelo es uno de los libros más importantes de la historia de la humanidad.

El libro expone la crisis de los poderes universales a inicios de la Edad Moderna y a las nuevas monarquías autoritarias surgidas durante el Renacimiento. Estas nuevas formas de gobierno se opusieron a la fragmentación del poder político tradicional de la Edad Media. Durante la época donde Maquiavelo escribió El Príncipe, existía una reciente organización estatal en la que el poder se concentra en manos del soberano (el príncipe) y este unifica al mismo tiempo territorios afines por su geografía, cultura o evolución histórica, gestando de esta forma el Estado Moderno.

Este triunfo contribuyó a robustecer el poder de los príncipes a costa de los antiguos poderes dominantes de la Edad Media, por lo que esta nueva unidad política y económica provocó una centralización del poder y un creciente autoritarismo del monarca, lo que exigía en ocasiones el uso de la diplomacia y de la fuerza para conservar el poder. Es lo que llama Maquiavelo en el texto ser un zorro y un león, es decir, utilizar la fuerza militar o la diplomacia según sus propios intereses para mantener el poder.

Maquiavelo justifica en el texto el incumplir la palabra dada, alegando que el mantenerla puede acarrearle problemas en el gobierno debido a que los otros hombres también incumplen la palabra. Finalmente, explica cómo debe proceder el príncipe de cara al pueblo para así mantener y acrecentar su poder.

Este poder significaba el progresivo abandono del honor que regía buena parte del ideal caballeresco y feudal de la Edad Media, provocando que la palabra y el honor fuera minando su importancia en pos de un gobierno basado en la astucia, la prudencia y en no respetar las promesas dadas si con ellos conseguías un beneficio.

El príncipe de los estados de inicios de la Edad Moderna procurará centralizar y uniformar la vida del estado mediante órganos de gobierno comunes, la promulgación de leyes generales basadas en el derecho romano y en el fomento de ideales colectivos ayudados por el desarrollo de culturas nacionales autónomas. El príncipe, consciente de la necesidad de trasladar ese creciente poder al pueblo, buscó símbolos que resaltasen la dignidad y la autoridad de su reinado. Para ello intentaría recordar continuamente a los súbditos su autoridad e intentaría impresionar al visitante extranjero por medio del mecenazgo de las artes.

En el texto, como decíamos más arriba, Maquiavelo propone al príncipe actuar como una zorra, es decir, con astucia para ganarse el favor de sus súbditos, necesario para mantener su autoridad. Las propuestas realizadas por Maquiavelo en el texto son características de los príncipes de los Estados Modernos, en los que el monarca intentará aparentar ante el pueblo como un hombre humano, íntegro, religioso, aunque no llegue a serlo.

En definitiva, aparentar ser un hombre virtuoso de cara a la masa social para que ésta no se subleve y así poder mantener su poder ante el pueblo y ante posibles rivales. Estos posibles rivales serán principalmente la nobleza, heredera de la sociedad feudal de la Edad Media, y el papado, ambos ellos unos poderes universales que entraron en crisis a inicios de la Edad Moderna.

La creciente autoridad y autonomía del príncipe minará el poder de las otras fuerzas, por lo que los monarcas necesitaban servirse de astucia y diplomacia para mantener su poder, aun teniendo que recurrir en ocasiones a la fuerza.

Este texto y el libro de Maquiavelo se enmarca dentro del Renacimiento, movimiento cultural que tuvo su raíz en Italia entre la segunda mitad del siglo XV y la primera mitad del siglo XVI y que tuvo como características básicas la vuelta a la cultura grecolatina de la antigüedad y una nueva relación con la naturaleza y el hombre como centro de todas las cosas.

Por otro lado, el antropocentrismo se manifiesta en el contexto del príncipe por encima del resto de las cosas, incluso por encima de la religión. Maquiavelo refleja que la religión deja paso al hombre cuando recomienda al duque de Urbino aparentar ser un hombre religioso aunque no lo sea, lo que demuestra que Dios ya no ocupa ese lugar preponderante que tenía en la Edad Media