LA HORA DE LOS CHICOS
Aunque solidarias con las luchas por la igualdad de género y contra la violencia machista, algunas voces suelen alzarse reclamando..
Aunque solidarias con las luchas por la igualdad de género y contra la violencia machista, algunas voces suelen alzarse reclamando que llegue la hora de los chicos, es decir, que igual énfasis merezcan las campañas que se emprenden contra la violencia infantil. En este último caso, vinculadas no a concebir nuevos instrumentos legislativos, sino simplemente a aplicar las leyes ya existentes y en vigencia, entre ellas el nuevo Código Civil que rige desde agosto del año pasado.
La puesta en escena pública de las campañas contra la violencia de género bien podrían replicarse en el tema de los niños, cuyos derechos se ven tanto o más violentados cotidianamente que los de las mujeres, con el agravante que los menores constituyen un sector mucho más vulnerable, pues carecen de la autonomía de la que sí gozan las mujeres adultas y lo más común es que estén bajo la tutela de sus propios agresores.
En este contexto, si a veces es difícil para las víctimas de la violencia machista denunciar el maltrato, cuánto más lo es para un niño al que sus propios familiares someten a agresiones constantes.
El cambio legal operado el año pasado es sustantivo, aunque no haya una conciencia cabal generalizada en la sociedad. El viejo Código Civil aceptaba que los padres aplicaran "correctivos moderados” a sus hijos e hijas. El nuevo Código Civil los prohíbe absolutamente.
Nelly Minyersky, una de las redactoras en temas de Familia del Nuevo Código, se preguntó días atrás, durante las Jornadas Niñez y Adolescencia en el Nuevo Código Civil realizadas en la ciudad de Buenos Aires, "¿por qué hablamos de violencia cuando es hacia adultos y malos tratos cuando son niños? Es absurdo”. En ese marco destacó el avance que significó que el nuevo Código prohibiera los malos tratos, pero reconoció que en ese artículo no se aclaró qué es maltrato.
Si nos escandalizamos cuando conocemos hombres que usan la fuerza física contra las mujeres, cuánto más debería escandalizarnos cuando advertimos que los destinatarios de esos golpes son niños, cuya indefensión y vulnerabilidad es infinitamente más grande que el de las personas adultas de sexo femenino.
Sin embargo, es muy preocupante observar que la práctica de la agresión física contra los niños es naturalizada entre muchas personas. Resulta habitual cómo, en conversaciones informales o comentarios en redes sociales, se atribuye a los castigos físicos, como cachetadas o cintazos, presuntas –e inexistentes- virtudes educativas.
Sería incluso muy interesante investigar qué factores contribuyeron para conformar una sociedad como la actual, en la que en muchos casos horroriza más el maltrato animal que la violencia y vejaciones contra los niños, y conmueven más los perros abandonados en la vía pública que los menores en situación de calle.
La naturalización de la violencia es una aberración, sea cual fuere el destinatario de la agresión. La educación tiene mucho que aportar para desterrar las prácticas violentas de las relaciones interpersonales y para que éstas dejen de ser asumidas como "normales” en la tarea de criar a los chicos o dirimir conflictos familiares.
LINK http://www.elancasti.com.ar/opinion/2016/6/6/hora-chicos-300422.html
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